El magnicidio

El 20 de diciembre de 1973 una bomba compuesta por 75 kilogramos de goma 2E-C explotó en la calle Claudio Coello de Madrid cuando pasaba el vehículo del presidente del Gobierno. El automóvil se elevó entre 35 y 40 metros para caer en el interior de un edificio propiedad de la Compañía de Jesús.

Fallecieron tres personas: el almirante Luis Carrero Blanco, que era la mano derecha del dictador, su chófer, José Luis Pérez Mogena, y su escolta, el inspector Juan Antonio Bueno Fernández. Hubo, además, siete heridos; entre ellos una niña de cinco años, que sufrió lesiones graves, y otra de diez meses, leves.

El magnicidio brindó a ETA una gran baza propagandística a nivel internacional. Lo presentó como una meditada operación para evitar «la continuidad del franquismo». Creyéndolo, un sector de la sociedad empezó a ver a la banda como la punta de lanza de la lucha contra el régimen.

Sin embargo, era falso. Por una parte, el atentado solo buscaba provocar más represión. Por otra, el plan original había sido secuestrar a Carrero Blanco. La organización lo desechó cuando, al ser nombrado presidente, le pusieron más protección policial. Simplemente a ETA se le presentó la oportunidad y la aprovechó, ya que contaba con información, medios y una red de apoyo en Madrid.

El magnicidio